miércoles, 1 de junio de 2011

La gran ausencia: Yves Saint Laurent








Ya han pasado tres años desde que cayó uno de los grandes conquistadores del imperio de la moda, que nos ha dejado muchas innovaciones y grandes momentos. Nadie logró saltar tantas lágrimas en su carrera como Yves Saint Laurent. Su primera colección acarreó una gran conmoción entre la gente del mundo de la moda. Esto ocurría un 30 de enero de 1958, tres meses después de la muere de Christian Dior. Llena de angustiosa expectación, la comunidad de la moda se albergó en el número 30 de la Avenue Montaigne para presenciar el final o el futuro de la Alta Costura. ¿Podría ese joven de veintiún años mantener el esplendor y la gloria del más famoso salón de costura? Pues sí. Así fue y más que eso, ya que se vio azotado por un entusiasmo aún mayor que el que se le había dispensado a Dior al presentar la colección “New Look”.
A buen seguro , no solo se debió al hecho de que la línea “Trapecio” de Saint Laurent venía a enriquecer la opulencia y la refinada técnica del corte del fallecido maestro con una ligereza juvenil; también contribuyó la imagen que ofrecía Saint Laurent, a quien, de tan alto, tan delgado, tan joven, tan tímido y tan desvalido que todos le querían abrazar.



Por entonces se mencionaba que con el nuevo sucesor, la gran tradición de Dior continuaba, pero muy pronto comenzaron a manifestarse diferencias considerables, ya que Dior tuvo en mente a una mujer madura cuyo encanto residía en su elegancia impecable. En cambio, Y.S.L deseaba diseñar para una mujer inmersa en la vida anárquica y turbulenta de los sesenta. Pero fue en su tercer año en el mandato de Dior, cuando sacó su beat look que fue un cambio radical: blusones de piel negra, cisnes y faldas cortas como la de las estudiantes rebeldes de la orilla izquierda del Sena.

Pero aunque Dior siempre había mirado más bien hacia atrás mientras que Saint Laurent arrollaba hacia delante, los unía cierta afinidad espiritual. Ambos crecieron en una familia altoburguesa acomodada, siendo pronto conscientes de su homosexualidad y ambos idolatraron a sus respectivas madres. Amaban los libros, la intelectualidad, dominaban profundamente el arte y eran excesivamente tímidos. Asimismo, los dos mostraron pronto un inusual talento para el diseño de moda: a los diecisiete años Saint Laurent ganó, junto a Kart Lagerfeld, un premio en el concurso del Internacional Wool Secretariat, y a continuación fue empleado como asistente de Dior.

Ahora bien, a diferencia de Dior, Saint Laurent fue afortunado en el amor. Poco después de su primera presentación conoció al cultivado y ducho en los negocios Pierre Bergé, quien fundó con él una empresa de moda que terminó superando con creces a la casa Dior.
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En los sesnta, Saint Laurent introdujo en la moda femenina elementos de los que hoy no se podría prescindir: trajes pantalón, chaquetas safari, vestidos transparentes y, sobre todo, el esmoquin de señora., que quedará siempre unido a su nombre., consiguiendo que el vestuario masculino, resultase en la mujer también erótico.






En el vestuario de noche, Saint Laurent se deleitaba con los looks retro y étnico, los mismos que tanto gustaban a los hippies, solo que él los dignificaba como él decía, “la noche es la hora del folclore). Embarcó a sus clientas en viajes por la antigua China, Perú, Marruecos y África central, así como por la distinguida Venecia de tiempos de Casanova. Su relanzamiento de la Rusia zarista en la colección de 1976 inspirada en los Ballets Rusos fue celebrada como una sensación de revolución en el sistema moda.




Saint Laurent no solo salía de caza de ideas por los barrios estudiantiles, países lejanos o tiempos pasados (togas de noche de inspiración griega pero con un pecho al aire), sino también por el mundo del arte. Matisse, Picasso, Mondrian, Tom Wesselmann y su íntimo amigo Andy Warhol: todas su obras estuvieron presentes en las creaciones de Saint Laurent.







Una persona verdaderamente no ha muerto, hasta que se deja hablar de ella, y tú siempre estarás vigente entre nosotros